lunes, 5 de octubre de 2009

RIFF

No sé si es porque los programadores del RIFF (Reykjavik International Film Festival) son fans de Hiroshi Shimizu, pero la gran mayoría de las películas proyectadas en el Festival de Cine de Reykjavík, que se celebra bianulamente en la capital, relatan historias que no solo suceden en ámbitos rurales o suburbanos, sino que desarrollan un vínculo entre el extrarradio -contexto- y la búsqueda de la sanación por parte de los personajes -texto-. Tal vez se trate de una tendencia islandesa de alejar la mirada del espectador de las grandes megápolis y mostrar la naturaleza como medicina espiritual, o tal vez se trate de una estrategia turística para atraer a la gente para que visite la isla indómita en tiempos de crisis. North narra una snow-road movie en la que un homérico personaje intenta vencer su depresión volviendo a casa a través de las blancas cordilleras noruegas, lugar muy parecido en el que los zombis nazis de Dead Snow deciden erigir su IV Reich. La película cumple el requisito indispensable de toda peli gore honesta: No plot, just blood, y con mucha gracia. Together y Dirty Mind suceden en dos pequeñas ciudades en las que los personajes solo abandonan su enfermizo mundo individual en bares y hospitales. Better Things, dramática, excesiva, que confunde la narrativa visual con lo visual sin narrativa, tiene lugar en un pueblo de Gran Bretaña y el vínculo entre el paisaje inglés y el estado de ánimo de los personajes es explícito. Koma, película austríaca, una muy mala versión de El video de Benny de Michael Haneke, pretende escrutar la dimensión moral de la depravación humana pero se queda en un superficial retrato de la familia disfuncional. Las inclasificables obras del noreamericano Cory McAbee, The American Astronaut y Stingray Sam (la segunda es un fallido remake de la primera), graciosas mezclas genéricas de western, musical y ciencia ficción, siguen la estructura del primer género nombrado y por ello suceden en un desértico extrarradio, en este caso espacial. Unmade beds es la película indie del festival, y como no podía ser de otro modo sucede en la ciudad (porque en el campo no hay pop ni éxtasis.) Un ejemplo más a sumar en la lista de bodrios made in Sundace como Thirteen o Waiting for a midnight kiss en la que los personajes no estudian ni trabajan pero piensan en off, que no tienen dinero para pagar el alquiler pero si entradas de conciertos y drogas, criaturas afligidas, sensiblonas, poetas que no escriben, perdidos en un mundo que no les corresponde pero que a ti, espectador corriente que tu vida es aburrida, tienen mucho que enseñarte. Y por último está Lourdes que, como su nombre indica, sucede en los Altos Pirineos. La última película de la austriaca Jessica Hausner, y mi favorita del festival, relata el viaje, más circense que espiritual, de un grupo de enfermos que visitan la gruta de la Virgen de Lourdes a manos de una hermandad católica, y toma como protagonista una mujer víctima de la esclerosis múltiple que, a diferencia del resto del grupo, no ha venido a buscar un milagro sino tan solo la posibilidad de viajar. La dimensión burocrática y administrativa del tratamiento moderno del milagro, el ansia del creyente por vivirlo en directo, y una visión negativa y fatalista de la experiencia de la salvación son los tres elementos que confluyen en una magnífica historia que finaliza con la genuina y esperpéntica escena de la 'entrega de premios al mejor milagro'. Una última cosa: en el Festival de Cine de Reykjavik puedes comprar palomitas, incluso si eres periodista. Y además puedes pagar con targeta. Todo un lujo.

5 comentarios:

Liquem Nuc dijo...

Name dropper! Te trobam a faltar. Una aferradota!

Have joy!

Roger ... dijo...

Bona pinta te Lourdes!

Tros de cabron, deus estar mes content que unes pascues al paraís de la targeta de credit

[...] dijo...

y porno? no hay porno?
pues vaya mierda...

Roger ... dijo...

que poco sensible eres imanol ...

Marla dijo...

Ahora no sé qué le han dado a algunos directores para hacer películas que parecen enseñarte aquello que no pueden hacerlo las aulas: saber vivir o dignarse a vivir lo que te ha tocado. ¿Serán éstas las segundas y terceras partes,para adultos, de lo que un día fue Barrio Sésamo?
Andamos justos de genios y presupuestos!

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